Capcom irrumpe en el mundo de las consolas mini, pero parece que lo hace pensando en hacer un fiasco más grande que el de la reciente “PlayStation Classic Mini”. Por un lado tenemos el precio de 229,99 €, por otro las dimensiones (74 centímetros de largo, 11 centímetros de alto y 22 centímetros de ancho), además de un catálogo discutible y por último un diseño realmente hortera y extravagante.
Y es que el diseño es digno de mención: Básicamente el frontal 74 x 22 cm contiene el logotipo de Capcom, con todas sus letras, amén de dos fight sticks (que no se pueden separar) compuestos cada uno por un stick Sanwa JLF-TP-8Y y 8 botones OBSF.
El caso es que un fight stick de semejante calibre no está nada mal... pero poniendo los puntos sobre las íes: La gente no se los compra para jugar al “Puzzle Fighter II Turbo”, al “1944 The Loop Master” o al “Ghouls'N Ghosts”. Y encima realmente se trata de una “consola”, por lo que no vas a poder usar ese fight stick con juegos actuales de PS4, Xbox ONE o PC. ¿Valdrá realmente la pena desembolsarse casi 230€ para jugar en un emulador al “Street Fighter 2´ Hyper Fighting” o al “Darkstalkers”?
Encima se desperdicia la funcionalidad “wifi” de la consola, puesto que a priori carecerá de una tienda digital en la que comprar otros juegos (lo de no incluir al “Street Fighter III: Third Strike“ roza el pecado) y se usará únicamente para actualizar la tabla de rankings de cada juego.
Lo siento por Capcom, pero esto huele a tragedia.