Llevo casi cuatro años en mi proyecto actual y si ya en un año pasan muchas cosas, en cuatro dan para narrar un buen sinfín de historias, que no contaré por motivos obvios.
El caso es que a principio de mes se fueron dos compañeros más, de inigualable valor personal. Y siempre que se va alguien así, notas una especie de dolor fantasma. Siempre cuesta acostumbrarte a entrar en la sala y ver que donde estaban Bernat o Patricia ahora hay otras personas.Te haces a la idea, pero es que ya no están, ni volverán a estar ahí.
El problema es que me pongo a pensar y veo que a día de hoy ya soy el segundo más veterano del proyecto y antes de Bernat y Patricia se fueron Juan, José Manuel, Roberto, Carlos, Amine, Abdellah, Antonio, Anna, Olmos, Lopera, Ferrenc... y podría seguir así hasta nombrar casi una treintena larga de personas más. No todas salen de la empresa en busca de nuevas aventuras, pero incluso si algunas únicamente salen del proyecto, rara vez las vuelves a ver.
Y haciendo cuentas, veo que voy ya por mi cuarto responsable directo, a mi segundo responsable de proyecto y por mi quinto backup. Supongo que esto es el mundo de las IT, renovación constante, pero nunca te acostumbras.
La imagen está totalmente sacada de contexto, pero mola mil.