Vivo en Valencia, una tierra que lleva casi dos años con un presidente no electo, donde para más inri resulta natural incumplir con los programas electorales. Una tierra donde se imputó a su anterior presidente debido a un escándalo de tráfico de influencias que hoy salpica a toda la nación. Una tierra donde por favorecer la economía del pelotazo es más importante derribar un barrio entero que arreglar la situación de los barracones donde estudian nuestros jóvenes.
Una tierra donde los diputados se inventan entramados para desviar más de 6 millones de euros originalmente destinados a colaboración con organizaciones no gubernamentales. Una tierra con lenguaje propio donde hemos descubierto que nos han estafado cerca 40 millones de euros con la depuración del agua. Una tierra que creó un circuito urbano de fórmula uno que iba a ser "a coste cero" y que acabó tragándose 41 millones de euros públicos.
Una tierra que se gasta más de 68 millones de euros en "rescatar" a la empresa privada que gestiona el recinto ferial de Valencia. Rescatar mola, de hecho es una tierra que se toma la molestia de rescatar con 78 millones de euros un hospital privado. Una tierra que se toma el lujo de avalar no uno ni dos, si no tres clubes de fútbol. Los tres cuales han quebrado, siendo ahora por consiguiente empresas "públicas". La broma del fútbol para el pueblo costará casi 120 millones de euros públicos. Una tierra que se gasta unos 150 millones de euros en crear un aeropuerto sin aviones, que un año más tarde acaba siendo alquilado para probar bólidos de carreras. Una tierra donde nos gastamos más de 260 millones de euros en crear un estudio de cine y que de media rueda una o dos películas al año. Una tierra que con la excusa de la crisis ha retirado la cobertura sanitaria a los emigrantes irregulares, ignorando los derechos humanos o a la constitución española. Pero no hace falta ser ni siquiera extranjero, puesto que también es una tierra que abandona a su suerte a miles de discapacitados.
Y lo más importante, Valencia es una tierra que se ha declarado en bancarrota en más de una ocasión y que se ha visto obligada a pedir un rescate al Gobierno Central, dando la sensación de que aquí el que no roba... es tonto.
Han malgastado mi dinero, el que un mileurista como yo paga religiosamente cada año... MI DINERO no debió ser empleado nunca para avalar capitales privados o para pegar pelotazos. Yo pagué religiosamente mis impuestos para que nuestro sistema social no caiga: para tener un sistema de pensiones saneado, unos servicios sociales dignos o para que nuestros jóvenes gocen de una educación de calidad.
En serio, tras todo esto alguien debe de dimitir. Lo exijo como ciudadano. No nos han robado, nos han saqueado. Por favor, que dimita alguien, YA. Me da igual quién, ya sea un diputado del partido gobernante por haber apoyado esta política o alguien de la oposición por no haber conseguido hacer rectificar a su rival. El caso es que estamos en una situación alarmante, el barco se hunde y aquí no están rodando las suficientes cabezas.
1 comentario:
Compañero,yo soy de Valencia también.Yo no quiero que dimita nadie.Yo quiero poner una guillotina en la plaza del ayuntamiento.Lo digo muy en serio,ni siglo 21,ni comportamiento cívico,ni nada.Quiero actuar pero de verdad.Hasta los cojones.Aquí falta una época de Terror.Al enemigo hay que ser implacable,como lo son ellos.
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