Tenía 22 años cuando me compré mi primer ordenador Apple. Me gasté todos mis ahorros en un Mac Mini de primera generación: Procesador PowerPC G4 a 1'42 GHz, 1GB de RAM DDR2, 80 GB de disco duro, grabadora de CD y tarjeta gráfica ATI de 32MB. Para la época no era nada del otro mundo, pero impresionaba por su reducido tamaño.
Para programar me sobraba: Mac OS X venía con una shell, comandos Unix y el editor Vi preinstalado... Pero para juegos este tipo de máquinas era "lo peor". Muchos sellos importantes daban soporte comercial a Mac OS X, pero los juegos salían a la venta tarde, a un precio muy elevado y además rara vez venían en castellano. Algunos juegos, como el Diablo II, salían a la venta con una edición de CD híbrido (compatible con Windows y Mac OS X). Otros fabricantes, como Bioware con Neverwinter Nights, te daban la opción de comprar el juego en su formato Windows y descargarte gratis, desde su web, los binarios de Mac OS y GNU/Linux.
No obstante habían juegos gratuitos realizados por la comunidad que resultaban treméndamente adictivos. Este era mi preferido: Kill Dr. Cote.
Pese a que Mac OS X Panther era hermoso y veloz, no tardé en instalarle Linux al cacharro. Varios de mis compañeros de oficina no entendían esto, siempre me espetaban "¡Eso es como ponerle un motor de SEAT a un Ferrari!". Símplemente yo "pensaba diferente". Por cierto, me costó lo mío conseguir reproducir Youtube en un ordenador con procesador PowerPC (Adobe no da soporte en Linux para este tipo de procesador) y tres cuartos de lo mismo con Java. Entonces Java no era Software Libre como ahora y debía de recurrir a una máquina virtual creada por IBM.
Me gustó tanto mi experiencia con Apple que no tardé en coprarme un iPod Shuffle de primera generación. Tenía 512MB de memoria en flash y el tamaño de un paquete de Trident. Mi amigo Guillermo acabó comprándose otro, pero se cagó en todo al comprobar que el gadget depende, sí o sí, de iTunes.
Dos años más tarde, una vez vencida la garantía, el disco duro de mi Mac Mini petó. Compré un disco duro genérico de mismo tamaño, pero de 120GB. Ya que destripaba el cacharro decidí cambiar el módulo de RAM por otro de 2GB. Un año más tarde se quemó la tarjeta gráfica y falleció la batería de mi iPod Shuffle. Ni la gráfica ni la batería se pueden remplazar. Ahora mismo me sirven como pisapapeles. El Mac Mini posee conexión ssh, por lo que si quisiera podría emplearlo como servidor web o de backup remoto.
No obstante, tampoco puedo criticar a Apple. A mi portátil EasyNote A8 de Packard Bell le falleció el inverter, dejando la pantalla prácticamente inservible. Compré por eBay un inverter oficial pero sólo duró un día. En pocas palabras, la placa base de mi Packard Bell funde los inverters. Eso sí, la salida VGA sí que funciona a la perfección.
Me quedé prendado del iPod Shuffle de segunda generción y acabé comprando el modelo Product Red para colaborar, simbólicamente, en la lucha contra el sida. Hoy en día sabemos que la campaña Product Red resultó ser un fiasco, pero la intención fue buena.
A principios de 2009 empecé a buscar un sustituto para mi EasyNote, pero con los netbooks en pleno auge los fabricantes dejaron de sacar portátiles de 13". Básicamente o comprabas un nebook malo de 10" o gastabas tus ahorros en un portátil de 17". Yo lo quería de 13", quería una versión idéntica y renovada de mi A8... pero no se vendía en ninguna parte. No me costó decidirme por el MacBook Pro: 13", Core Duo, 2GB de RAM DDR3, gráfica integrada de nVidia y 160GB de disco duro. Sobretodo me decidí por tener memoria DDR3 y gráfica nVidia (la competencia seguía apostando por la DDR2 y las gráficas integradas de Intel).
Ya que me iba a gastar los cuartos a lo grande, decidí comprar también el teclado extraplano de Apple. Me tiene enamorado, pese a que se ensucia con gran facilidad. El tacto es muy agradable y el hub con dos puertos USB resulta ser muy práctico. El único defecto es que se trata de un hub para puertos USB 1.1, haciendo muy lenta la copia de archivos a lápices USB e imposibilitando la recarga de batería de tus dispositivos móviles.
Snow Leopard era estéticamente muy parecido a Panther, pero daba la sensación de ser "más hermoso aún". Quién diría que antes vino Tiger y Leopard... Además, el cambio a procesador Core Duo de Intel hacía que Mac OS X funcionara muchísimo más fluido que con los G4/G5 de IBM.
Pese a ello, la inteligencia de sus aplicaciones tenía fallos clamorosos.
Por último este verano compré un MacBook Pro aprovechando el 50 aniversario de Saturn. Procesador i5 a 2,6GHz, 4GB de RAM DDR3... No lo necesitaba, lo hice porque era una ganga: Rebajaron el precio unos cien euros, te regalaban un disco duro externo de 500GB y además te daban 200 euros en tarjetas regalo. En pocas palabras, recibía una rebaja de 300 euros respecto al precio de venta recomendado y además me regalaban un disco duro. Además esa semana conseguí vender mi anterior MacBook Pro a un compañero de oficina, el cual quería trastear con el SDK de iPhone pero no disponía de medios para comprarse un Mac nuevo.