Andrés

Si existe un familiar al que siempre he admirado es sin duda mi abuelo Andrés. Hoy en día cuando la gente piensa en la Unión Europea, piensa en un conglomerado de paises unidos por un bien común, pero cabe recordar que no siempre fue así. La historia de Europa siempre ha estado teñida de sangre, y buena demostración de ello fueron las dos guerras mundiales sufridas el siglo pasado.

Durante la segunda guerra mundial mi abuelo Andrés trabajaba como mensajero en una célula de la resistencia. A sus 28 años, saliendo del cine, le arrestaron los alemanes: un miembro de su grupo, bajo tortura, delató a todos los miembros de la célula. Mi bisabuelo sufrió una crisis cardicaca cuando se enteró de que Andrés fue capturado por las fuerzas ocupantes: "No lo volveremos a ver".

La jefa de la célula fue condenada a muerte, por lo que se le decapitó con un hacha. Mi abuelo tuvo mejor suerte e ingresó en el campo de concentración de Dachau, cerca de Munich. "El trabajo os dará la libertad", se podía leer en la entrada del campo de exterminio. Mi abuelo era una persona alta para la época (metro ochenta) y bastante corpulento, por lo que lo pusieron enseguida a realizar trabajos forzados. Los presos del lugar tenían insignias pegadas en sus ropas para identificarlos: la estrella de David par alos judios, un triángulo rosa para los gays, un triángulo rojo para los presos políticos, ect... Mi abuelo tenía el triángulo rojo. Nadie sabía que pasaba exáctamente en las cámaras de gas, pero se hacían una idea... resultaba muy extraño ver entrar siempre a gente y no ver salir a nadie. Tras pasar 33 meses en Dachau, los tropas americanas le liberaron: pesaba 36 kg.

Al volver a Bertrix, Bélgica, empezó a trabajar como policía, donde ingresó en la primera unidad de policías motoristas. Y no conducían motos baratas... eran auténticas Harley Davidson.

En sus últimos años de vida sufrió un doloroso cáncer. Poco antes de morir "el chivato" de la célula vino a hacernos una visita y se disculpó por lo sucedido.