Todo el mundo hemos tenido en primaria, secundaria o universidad algún profesor cabroncete que, en mayor o menor medida, nos ha jodido o causado cierto impacto en nuestra vida. Desconozco cual ha sido vuestro caso, pero hoy me apetecía realizar una retrospectiva sobre esos seres que afectaron en cierta forma mi modo de ser.
El cura que se jubiló al empezar el curso:
En mi primer año de secundaria la asignatura de Religión aún era obligatoria en el instituto. En mi promoción el encargado de impartir esa materia era un cura. Un cura que se jubiló antes de acabar el primer trimestre. Concrétamente, solo estuvo un par de meses. Lo más reseñable de este ser era su larga lista de prejuicios, generalmente hacia todas las personas "diferentes".
Recuerdo que en el único examen que hicimos con él, mi compañero "El bollín" hizo un copy+paste del mío (se copió todo literalmente). Una vez corrigió los exámenes, el cura pasó lista para preguntar a cada alumno qué nota pensaba que se merecía y después le comunicaba la que él había puesto. "Bollín" dijo que se merecía un cinco y le puso un cinco. Yo dije que merecía un seis, me suspendió "por copiarme del bollín" y me recriminó delante de toda la clase. Por suerte ese abuelo gilipollas e hipócrita (sí, le guardo mucho cariño) se jubiló antes de poner las notas en acta. Su sustituto en cambio me cayó genial y dijo una de las frases más loables que jamás he escuchado:
- Yo no soy nadie para valorar vuestra fe. Os pongo un BIEN a todos.
"Bonus, bona, bonum".
Mi profesora de Latín también me tenía manía. Pese a estudiar como nunca, me puse malo el día de un examen y no pude presentarme. Le presenté un justificante médico para poder repetir el examen pero se negó y me puso un "muy deficiente" (es una nota peor que un suspenso, equivale a un cero de nota media). Recuerdo la frase que me dedicó mi compañero José Tornero: "Joder Sebas, ahora que eres bueno en Latín... y la puta esta te pone peor nota aún". Por suerte me lucí en el último trimestre y aprobé la asignatura con un BIEN.
El "dos calvas":
En mi último curso de bachiller tuve un profesor de Química bastante extraño. Cada "x" años sacaba los mismos exámenes. Una de nuestras compañeras, Thaís, tuvo un familiar que cursó con él y nos facilitó las preguntas de todos los exámenes. Esto dio a nuestra clase ventaja respecto al otro grupo, haciendo que sacáramos en todos los exámenes una nota muy superior.
El profesor sabía que había algo, pero por increíble que parezca nunca lo descubrió. Pensó que el motivo era que el otro grupo, que siempre hacía antes los examenes, nos facilitaba las preguntas. Para intentar pillarnos una vez cambió el orden de los grupos y nos hizo hacer el examen a nosotros primero, pero seguimos sacando mejores notas y acabó por etiquetarnos como "el grupo de los buenos". Hasta tal punto nos tenía en un altar que en una práctica de laboratorio desapareció una pieza de material, y como nosotros éramos "el grupo de los buenos" no sospechó nunca de nuestros integrantes. Castigó al otro grupo con no acceder más al laboratorio. Se desconoce aún el paradero de la pieza.
Cerdà
Uno de los profesores que más he odiado en el instituto fue el de Valenciano, el señor Cerdà. Esta persona era un auténtico capullo, capaz de vender falacias como que "el valón es el francés que se habla actualmente en Bélgica" como auténticas verdades. Yo soy belga y no me podía callar: "el valón es una lengua muerta, como el latín. En Valonia se habla el francés y no el valón". También tuvo los huevos de poner como examen de recuperación una redacción sobre como elaborar una paella: ¡Éramos adolescentes! ¡Ninguno de nosotros sabía ni hacer una tortilla de patatas!. Este señor me suspendió en todos los exámenes que podía, incluidos los de recuperación. Por suerte en el último examen de recuperación se puso malo y pude aprobar por que me lo corrigió su sustituto. Llegué al selectivo (examen que califica tu acceso a la Universidad) y en Valenciano rocé el nueve sobre diez.
Lucía Agud
En mi primer año de universidad descubrí a Lucía Agud, mi profesora de Análisis Matemático y de Computación Numérica. Sus métodos de enseñanza no eran malos, pero pecaba de saber demasiado. Esto se traducía en que pese a ser una buena profesora, rara vez aprobaban sus exámenes más de una decena de alumnos. Recuerdo que en mi segundo año en Alcoy en una aula suya llegamos a ser más de 130 alumnos. Jamás olvidaré su grito de guerra: "Ye, ¡que voy!", que significaba que se preparaba a escribir en la pizarra una sucesión gigantesca de números y operaciones.
Josep Blanes
Este es probablemente el profesor que mayor impacto (positivo) ha causado en mi vida. Su talibanismo respecto al software libre fue el que me motivó a abandonar Windows y adoptar Linux. Llenaba sus clases con chistes pro-software libre y ridiculizaba a sus compañeros al más puro estilo "House":
- Jo no sé que os donen a clase de Bases de Dades, pareix que os parlem del sexe dels àngels. Si jo fora el profesor, agafaría una escopeta i diría: D'ací no os mogueu fins que sapieu SQL! [Traducción del valenciano: Yo no sé que os dan en las clases de Bases de Datos, parece que os hablen sobre el sexo de los ángeles. Si yo fuera el profesor, cogería una escopeta y diría: ¡de aquí no os movéis hasta que aprendáis SQL!]
Antonio Garrido
Al llegar a Valencia este profesor de "Técnicas avanzadas para el desarrollo de software" me dejó cierto trauma. Es el tipo de persona que o te cae bien o te cae mal. A mi me caía mal, poco puedo decir de un profesor que suspende a un compañero con un 4.9 (el aprobado es un 5). Él tenía un lema: Prefiero que os peguéis una leche en una exposición conmigo, que pegárosla cuando estéis en el mundo laboral. Por suerte en mi tercer año repitiendo la asignatura acabé atrapándole cariño y me llegó a caer simpático. En cierta forma es un crack, pero incomprendido.