Vuelvo a tener una PSP Go

La semana pasada recorrí varias tiendas de empeño para investigar si se había asomado alguien vendiendo una PSP Go blanca. Por si las moscas les facilité el número de atestado y el serial de la videoconsola. No obstante no hubo suerte y la videoconsola no apareció. Aún así aproveché para mirar cuanto me costaría comprar una nueva PSP Go de segunda mano... y tras leer en foros, como el oficial de Sony, que nunca volvería a recuperar mi videoconsola, me animé a realizar la compra.

Fui al centro y en CEX vi que vendían dos PSP Go blancas por 170 euros cada una. Me pareció un precio demasiado barato, puesto que la competencia pide más y además habían remarcado en el rótulo "con caja". Uno de los principales temores que tenía en comprar una videoconsola de segunda mano era ariesgarme a que fuera material robado, pero al ver escrito "con caja" descartaba a priori esa posibilidad.

Me acerco al dependiente (que vete a saber por qué todos los dependientes varones de los CEX son personas flacas, pelo corto y gafas de empollón) y le digo:

- Quiero una PSP Go Blanca.

- Que me vas a vender... ¿una PSP Go Blanca?

- No, no, que quiero comprarte una.

- Ah, ¡vale! ¿Le has echado el ojo a alguna en concreto?

- No, veo que las dos que tenéis son prácticamente idénticas.

- ¿Sabes que no acepta UMD's, verdad?

- Sí, lo sé. Tenía una, pero me la robaron.

- Ostras, ¡que putada! ¿Quieres que te saque la que vea en mejor estado?

- Sí, por favor.

Entra el mozo en la trastienda y me saca la videoconsola.

- Mira, están como nuevas. - Me comenta. - De hecho, son nuevas.

- ¿Son las del banquero, verdad? - Pregunta otro dependiente.

- ¿Las del banquero? - Pregunto con curiosidad.

- Sí, es un banquero que se las han dado al crear unas cuentas y después nos las ha vendido.

Veo la caja, llena de desperfectos y me pongo a pensar que más que ser nuevas, parecían que hubieran caído de un camión.

- Bueno, para ser nuevas lo primero que aprecio es que tiene un desperfecto, mira, tiene una mueca naranja chillón ahí. - Y le señalo el desperfecto al dependiente.

- ¿Quieres que te saque la otra?

- Sí, por favor. - Y le pongo cara de "Ya estás tardando en sacarme la otra".

Vuelve a entrar el mozo en la trastienda y me saca la otra videoconsola. Esta está perfecta.

- ¡Wow! Esta sí que está perfecta. ¿Puedes encenderla para comprobar que no tenga píxeles muertos? - Le pregunto.

- Toma, enciéndela. - Y me la pasa. Abro la pantalla, le doy a ON, pero sigue todo en negro. - Está sin batería. - Le replico.

- Ostras, pues hay que hacerle una recarga en vacío. Ya sabes, como a los móviles, al ser nueva la primera carga va a tardar mucho.

- No pasa nada, enchúfala un momento que no le pasará nada. Me hago yo responsable.

El mozo la enchufa amablemente en la trastienda y me anima a pasar. Reviso que no hay ningún píxel muerto, la pantalla no tiene ni rajas ni huellas dactilares...

- Sí, está en perfecto estado. Me la llevo. - Y saco mi VISA Débito.

- Vaya, tenemos un problema con las tarjetas ahora mismo.

- ¿Problemas con el datáfono?

- Sí, no sabemos si es que es una mierda o es que la entidad ha caído hoy.

- Qué me vas a contar, trabajo haciendo software para estos chismes y cuando te sale uno malo siempre está malo. - Todos lanzamos unas carcajadas.

- ¿Tu tener diez minutos? - Me comenta otro dependiente con acento extranjero.

- Sí, no tengo prisa.

El dependiente abre una caja de cartón que tenían en un armario. De ahí saca una bacaladera bancaria.

- ¡Dios! ¡Aún existen! - Exclamo admirado mientras el dependiente también suelta una sonrisa.

- Sí, ahora falta saber usarla. - Y de la caja saca una guía de uso de unos diez pasos.

Lee con calma la guía, toma mi tarjeta y graba su relieve en una hoja, anota mis datos personales y realiza una llamada por teléfono para confirmar datos. Tras cinco minutos, la transacción finaliza con éxito.

- Toma. - Me entrega el ticket. - Tienes un mes de garantía para la batería y un año para la videoconsola.