No soy un héroe

Han pasado ya dos sábados desde que llegué a Valencia y aún me sorprendo de la repercusión que ha tenido en mi alrededor el viaje a Brasil. Frases como "Sebas, eres mi héroe" o "Mis compañeros de trabajo te consideran un dios" me han llegado al alma. Y pese a que ya ha pasado más de una decena de días, aún las sigo escuchando a diario.

Gente en mi empresa con la que nunca he hablado, e incluso en algunos casos desconozco su nombre, me ha felicitado y demostrado cierta admiración. Un compañero de trabajo me ha llegado a pedir un autógrafo con dedicatoria... y lo ha subido al Facebook. No sé que decir.

Puede que mucha gente piense que es de locos recorrer diez mil kilómetros por amor, pero yo siempre he pensado que si algo vale la pena lo mínimo que debes hacer es darle una oportunidad. En serio, por mucho que haya gente que piense que estoy loco, considero que esto es lo más cuerdo que he hecho en mi vida.

Puede que llegar a Porto Alegre a media noche con el teléfono móvil estropeado y con la casa de cambio de divisas cerrada no sea una situación agradable, pero esta clase de anécdotas son las que hacen que nuestra vida no sea tan aburrida. Y puede que conseguir llegar a Pelotas desde Porto Alegre fuera toda una aventura. Pero oye, he pasado los mejores días de mi vida en esa ciudad, y aún me quedan muchos por pasar con mi pareja, ya sea en Pelotas, Valencia o Roma.

No soy un héroe, sólo soy una persona cuerda. El problema, si es que existe, es que por desgracia en occidente reina en exceso el estoicismo. Hacen falta más Quijotes que nos demuestren que la vida no es como la pintan. ¿Paro? ¿Crisis económica? ¿Burbuja inmobiliaria? El dinero no da la felicidad, tu pareja sí. No me arrepiento de lo que he hecho, y lo volvería a hacer cincuenta veces si hiciera falta.